UGT reclama implementar de manera urgente políticas más eficaces y ambiciosas para frenar la burbuja de precios de la vivienda y adecuarlo al de los ingresos de los hogares
El IPC del mes de septiembre, publicado hoy por el INE, sitúa la inflación anual en un 1,5%, ocho décimas por debajo de la registrada el mes pasado. Así, tras cuatro meses consecutivos de descenso de la tasa interanual, se alcanza el valor más bajo desde marzo de 2021. Esta disminución se explica, principalmente, por el abaratamiento de los precios de los carburantes y combustibles, que descienden un 3,6 mensual, frente a la subida un año atrás, y, en menor medida, por el comportamiento de la electricidad (-2,0% mensual) y los alimentos (-0,3% mensual). Con ello, el promedio de la tasa anual del IPC en lo que va de año se sitúa en el 2,9%.
Por su parte, la tasa subyacente, que recoge la inflación de componente más estructural, es decir, sin incluir los bienes energéticos ni los alimentos no elaborados, se reduce tres décimas respecto al mes anterior, alcanzando una variación anual del 2,4%, el valor más bajo desde enero de 2022.
En lo que respecta a los incrementos anuales más destacados durante este mes, destacan el chocolate (20,7%), la carne de ovino y porcino (11,2%), el aceite de oliva (10,3%) o las patatas (8,9%). En sentido contrario, los combustibles líquidos (-22,5%), los equipos de telefonía y fax (-11,1%) o los vuelos internacionales (-6,1%) registran los descensos de precios más señalados.
En los próximos meses habrá que vigilar con detalle la evolución del precio de algunos productos básicos, en tanto desde el uno de octubre algunos alimentos han recuperado su tipo impositivo habitual, una vez ha decaído la rebaja temporal del IVA presente en los tres últimos meses.
En materia salarial, y en línea con los criterios fijados en el V AENC, la negociación colectiva está respondiendo con un aumento promedio del 3,9% en los convenios registrados en 2024, un punto por encima de la tasa media en lo que va de año. Esta senda de crecimiento deberá consolidarse en el último trimestre del año, de forma que la protección del poder adquisitivo sea una realidad para todas las personas trabajadoras.
Consolidar la senda de crecimiento salarial
A pesar de la evolución favorable de las rentas salariales, hay que prestar atención prioritaria al comportamiento del precio de la vivienda en los últimos años, puesto que su encarecimiento se sitúa holgadamente por encima del ritmo de crecimiento salarial. En consecuencia, acceder a una vivienda, con indiferencia de la modalidad de tenencia, se ha vuelto una tarea imposible para buena parte de la clase trabajadora.
En este sentido, cabe destacar cómo, según el Índice de Precios de Vivienda (INE), el precio de compraventa ha subido hasta un 7,8% en el último año; mientras los alquileres, dependiendo de la fuente estadística utilizada (que, en todo caso, resultan insuficientes y muy mejorables) han crecido entre un 25% y 60% desde 2015, claramente más que el aumento de los ingresos de los hogares. Por todo ello, resulta evidente la necesidad urgente de implementar políticas más eficaces y ambiciosas para frenar la burbuja de precios de la vivienda, adecuando su coste al de los ingresos de los hogares.